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Una de las personas que hizo posible que el Icono peregrino de la Santísima Virgen de Czestochowa visitara el Ecuador es el padre León Juchniewicz, misionero polaco que está trabajando en Ecuador ya 30 años. El padre León fue ordenado el 11 de junio de 1983 y luego de tres años de trabajo pastoral y un año de curso de preparación para los misioneros, llegó a Santo Domingo de los Colorados, que en aquel entonces era la Prelatura de reciente creación.

Antes de salir para el Ecuador, recibió de las manos del Papa Juan Pablo II, el 14 de junio de 1987, la cruz misionera, y aunque al llegar al Ecuador no entendía mucho el español, hoy en día es uno de los sacerdotes más queridos por su comunidad.

W2“En esa época no había internet, así que investigué cómo era el Ecuador a través de una enciclopedia desactualizada que tenía a la mano, y la verdad no decía mucho”, recuerda. Pero ese espíritu misionero de entrega desinteresada -el saber que la donación de uno mismo es lo más importante- ha hecho que trabaje fecundamente para los más necesitados de Santo Domingo.

El Icono visitó la parroquia que él atiende como párroco, la Iglesia de la Asunción, y también la Unidad Educativa San Maximiliano Kolbe, donde él es director. En la Iglesia, el Icono estuvo presente del 5 al 8 de mayo. La comunidad se reunió junto a la Madre de Dios para rezar el rosario y celebrar la santa eucaristía, sobre todo el domingo, que es cuando hay más misas para los feligreses. Las personas que se acercaban a observar el Icono quedaban maravilladas con su belleza y a la vez pedían la intercesión de la Santísima Madre.W3

A la Unidad Educativa San Maximiliano Kolbe llegó del 8 al 9 de mayo. La institución brinda clases a niños desde el inicial de 3 años hasta 10mo de básica. Realizaron una celebración adelantada para festejar el Día de las Madres, para que todas las mamitas puedan compartir con el Icono. El coro del colegio se lució entonando canciones alusivas a la fiesta y el padre León bendijo especialmente a las madres que se encontraban ahí. Se repartieron rosas y la estampa del Icono de la Virgen de Czestochowa, que al reverso tenía impresa la oración que San Juan Pablo II escribió para su encíclica Evangelium Vitae.