La ciudad de Panevėžis le dijo adiós a Nuestra Señora de Czestochowa, mientras los fieles hacían una larga y bulliciosa fila de despedida junto a su obispo, padre Jonas Kauneckas. Nuestra Bendita Madre comenzó su peregrinación a través de pequeños pueblos en la diócesis de Šiauliai. La primera de estas pintorescas ciudades fue Šeduva. El Icono fue recibido por el pastor.
Se planificó que la primera parada sería Šeduva. El Icono visitó una hermosa iglesia, la parroquia de la Exaltación a la Santa Cruz. En todas partes, multitud de fieles rodeaban al Icono. En la frontera, el decano del decanato local, padre Vidmantas Kapučinskas, esperaba a Nuestra Señora, junto a la policía de la ciudad quienes formaron una escolta en el camino a la iglesia de la Natividad de Nuestra Bendita Madre. Las oraciones fueron encabezadas por el padre Gintas Sakavičius. Miembros de la Legión de María asistieron en su hermoso atuendo azul. A las 15h00, el Icono de Czestochowa visitó una iglesia ortodoxa local.
El 6 de agosto, el Icono llegó a Šiauliai, donde visitó tres parroquias diferentes. El obispo local, padre Egenijus Bartulis, acompañó a Nuestra Señora durante todo el tiempo y la introdujo ceremoniosamente en la Catedral de San Pablo y San Pedro. Los fieles acudían en grandes números a saludar a Nuestra Bendita Madre, formando un corredor vivo a la entrada de la catedral, mientras el Icono entraba en procesión y las campanas de la iglesia sonaban alegremente. Durante la celebración solemne, el coro de Santa Cecilia, bajo la dirección de Roland Kalakauskienės, cantó por primera vez el Akathist, uno de los himnos litúrgicos más antiguos en honor a María Virgen.
La siguiente parada de Nuestra Señora, fue la iglesia de la Inmaculada Concepción de María, donde fue recibida por una hermosa y solemne veneración de los fieles. Los hombres, vestidos con capas rojas, cargaron el Icono ceremoniosamente a la entrada de la iglesia, que ya estaba llena de fieles esperando deseosos a Nuestra Bendita Madre. Algunos habían legado de lugares distantes. Numerosas familias con niños llamaron la atención de los más observadores. Muchos fieles se reunieron en la capilla para venerar el Icono toda la noche. Su Excelencia, el obispo emérito Eugenijus Bartulis, dio una conmovedora homilía sobre la importancia de que todos deben proteger y defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
El conductor del vehículo que transportaba el Icono de Czestochowa, Vidmantas Gulbinas, que es un voluntario en el Centro Familia en Šiauliai, compartió sus experiencias en este viaje: “Todos saludaban a Nuestra Señora con gran honor, incluso aquellos que no entraban en las iglesias. Cuando pasábamos por las carreteras, las personas hacían la señal de la cruz y la saludaban con reverencia. A pesar de la fuerza ateísta del comunismo por más de 50 años, la fe de las personas en Lituania continúa viva”.