Hay una mujer que camina a través de las páginas del Antiguo Testamento, desde el comienzo hasta el final, una mujer que el Cantar de los Cantares describe como: “¿Quién es ésta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército en orden de batalla?”.
La frase “terrible como un ejército en orden de batalla” puede causar algo de consternación. Pero, ¿qué significa? El texto por lo visto describe una luminosa y hermosa mujer que tiene el poder de alistar un terrible ejército para la batalla.
Esta mujer aparece en la primera página de las Escrituras del antiguo Israel. Al ver que a serpiente había atraído a Adán y a Eva a su rebelión, Dios promete a la mujer que será el enemigo mortal de Satanás: “Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón”, (Génesis 3, 15).
A pesar de que la identidad de esta poderosa mujer, que será revelada en el futuro, en el Génesis permanece desconocida, ella camina resueltamente a través de todos los giros de la historia de la salvación.
- La encontramos en Débora (Jueces 4, 4; 5, 31), profetisa y jueza de Israel, quien inspiró a su pueblo a buscar la libertad y a despertar su valor para la batalla contra la dominación cananea. Ella insiste en que Israel debe ser libre para trabajar para Dios el Señor, en fidelidad a la alianza.
- Luego, encontramos a la mujer en Judith (Libro de Judith) que lidera la batalla de Israel contra los asirios, llamando a los jóvenes soldados a confiar en el Dios de Israel y a no dejarse vencer por el enemigo. Judith liberó a Israel de los asirios introduciéndose sigilosamente en el campamento enemigo y matando al general Holofernes cortando su cabeza.
- Nos volvemos a encontrar con ella en Ester (Libro de Ester), quien con valentía salva al pueblo de Israel de la total aniquilación en manos del rey de Persia, Asuero.
- Y después, a menos de dos siglos antes del nacimiento de Cristo, en la mitad de otro atentado para exterminar al pueblo de Dios, esta vez en manos de Antíoco, la encontramos esta vez como la madre de siete hijos que los alienta a morir una muerte dolorosa antes de quebrantar la alianza con el Señor (2da de Macabeos 7, 1-29)
La encontramos en Tamar (Génesis 38, 26; Ruth 4, 12), y en Rahab (Josué 2, 1-21; 6, 17-25), y en Jael (jueces 4, 22; 5, 24-26), en Naomi y en Ruth (Libro de Ruth), y en Bathsheba (1ra de Reyes 1, 11), en cada acto de heroísmo fomenta la continuación de la estirpe del Mesías. Todas estas valientes mujeres tuvieron en común un gran amor por Dios y un gran celo por la Alianza. Cada una de ellas realizó actos heroicos a favor del pueblo de Israel. Cada una de ellas era enemiga de la serpiente que sin tregua buscaba destruir a Israel y romper la fidelidad de la Alianza. Cada una de ellas, a su manera, dio un golpe en la cabeza de la serpiente.
Todas estas mujeres del Antiguo Testamento son la prefigura de María, La Mujer prometida por Dios en los comienzos de la historia de la humanidad, la mujer que es la enemiga mortal de la serpiente. La enemistad entre la Mujer y la serpiente es más evidente en el momento en que María acepta tener un hijo, un niño que salvará a Israel y a de toda la humanidad del pecado y de la muerte, de una cultura dominada por la influencia de la serpiente. Al haber consentido traer al mundo al Hijo de Dios, en un acto de fe de la Palabra de Dios y entregando su vida a él, María aplasta la cabeza de la serpiente.
Luego, 33 años después, acompañando a Cristo en el Calvario, compartiendo sus sufrimientos y consintiendo su sacrificio, María experimenta los dolores de parto como ninguna otra mujer los ha experimentado al dar a luz a su hijo. María se convierte en la Madre de todos los redimidos por su Hijo y por su fe, a los pies de la Cruz, en total abandono a Dios, y en su deseo de ser tomada en el amor salvífico de su Hijo crucificado. Confiada en la gracia del Espíritu Santo, María continúa creyendo en el Calvario, para que nosotros, sus hijos, creamos también a pesar de todas las dificultades. Ella permanece fiel al plan de Dios para que nosotros, sus hijos, podamos permanecer fieles a la Nueva Alianza a través de nuestras vidas y en la hora de nuestra muerte.
Desde la Cruz, Jesús nos entrega a su Madre y nos dice que María no morirá con él. Más bien, en el perfecto amor hacia él, ella da a luz a un nuevo Israel, el nuevo pueblo de Dios: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”, desde ese sagrado momento en el Calvario hasta el último día del mundo, Santa María será la sólida defensa del pueblo de Dios, la protectora de la Alianza sellado con la sangre de su Hijo: bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército en orden de batalla.
Una vez más, hoy en día Israel está en peligro. La serpiente continúa atacando sin descanso a la Novia del Cordero. Nuestra sociedad americana ha sido seducida por la retórica mentirosa que genera una cultura donde lo bueno es presentado como malo y lo malo como bueno, una cultura que exalta la esterilidad y toda forma de promiscuidad sexual, una cultura que está rechazando el matrimonio entre un hombre y una mujer, como la unidad fundamental de la sociedad humana. Hemos abortado millones de niños no nacidos e insistimos que esa matanza es un derecho reproductivo de la mujer.
La contracepción se ha vuelto una manera de vida y muy pronto veremos la llamada “muerte digna” de algunos miembros de la sociedad como los enfermos y los ancianos. Con poca resistencia, el matrimonio entre personas del mismo sexo será permitido por ley. Es trágico decirlo, pero miembros de la iglesia del Señor, quienes tienen a su resguardo el cuidado de las almas, apoyan y promueven estas tesis sin ninguna censura.
Hace algunos años, pasé Semana Santa y la Pascua en el Santuario de Nuestra Señora de Czestochowa en Polonia. Orando ante el icono milagroso, dos cosas me impresionaron, la tristeza de la Virgen Negra y su fortaleza. La lucha entre la mujer y la serpiente es una batalla larga y extenuante. La agonía que sufre su hijo, como resultado del pecado de la humanidad representa en sí mismo una batalla en curso entre la semilla de la mujer y la semilla de la serpiente, en cada momento de la historia de la humanidad. La mujer de los dolores se sitúa en el corazón de cada batalla, a los pies de la Cruz. Ella está de pie junto a la Iglesia, en la Iglesia. Ella actúa misteriosamente a través de la Iglesia. Ella está de pie junto al signo y el instrumento de la gracia omnipotente de Dios. Durante todos esos años oscuros de la dominación soviética en Polonia, Czestochowa permaneció como el centro de la resistencia contra el ateísmo, el materialismo y el pecado, el lugar donde los hijos de María podían hallar fortaleza para estar firmes en la fe y poder ser fieles a las leyes de Dios.
En medio de la decadencia de la cultura americana, encontramos la imagen de la mujer que es la enemiga mortal de la serpiente. Una copia bendecida del Icono de la Virgen Negra está de peregrinación para luchar por los derechos de su Hijo en los Estados Unidos de Norteamérica. ¡Qué bendecidos somos de tenerla en Mount St. Mary’s University y en nuestro seminario y en nuestra Gruta de Nuestra Señora de Lourdes!
Le pido a cada uno de ustedes abrir sus corazones esta noche a la Madre de Dios. Ella es una madre que los ama. Pídanle a María que saque de sus corazones cualquier cosa que no pertenezca a Jesús. Pídanle que destruya cualquier residuo de la cultura de la muerte que haya en ustedes. Ruéguenle para que comparta con ustedes esa fe que Ella tiene en Jesús, esa fidelidad firme como una roca.
Ruéguenle que proteja a los no nacidos. Ruéguenle que sane las heridas de las mujeres que han tenido abortos. Ruéguenle que defienda la santidad del matrimonio. Pídanle que sane las heridas causadas por la homosexualidad. Ruéguenle que inculque en todos el amor a los discapacitados, a los enfermos y a los adultos mayores.
La peregrinación de la Virgen Negra en nuestro territorio será silenciosa y lenta. Seguramente no atraerá la atención de los medios de comunicación social o de los grandes de nuestra sociedad. Esta es la forma de ser de Dios y de su Madre. Mientras el Icono de Nuestra Señora viaja de un lugar a otro, encontraremos milagros de gracias y es posible que también milagros de la naturaleza. La mujer fuerte y sin miedo está en su camino a visitar a los más pequeños, para hacerlos fuertes, para reavivar la fe donde estaba débil, para defender los derechos de su Hijo, el Salvador de las naciones, y para hacer desaparecer la cultura de la muerte de nuestro país.
Esta noche, mientras la Madre de Dios de Czestochowa se detiene aquí en su peregrinación De Océano a Océano, le pedimos que se muestre donde quiera que vaya bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército en orden de batalla.
Padre Frederick L. Miller