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Los residentes de Varsovia recibieron a Nuestra Bendita Madre, en el Icono de Czestochowa, con sus corazones abiertos, a pesar de estar con una temperatura de 32 grados Celsius, una tormenta a la vista, estar en fin de semana y en las vacaciones de verano.

El lunes 20 de agosto, el Icono visitó Varsovia. Luego de las misas de la mañana, pero antes del medio día, en el Santuario de san Jerzy Popieluszko, en Zoliborz de Varsovia, la línea de fieles que querían acercarse al Icono para tocarlo y orar individualmente continuó constante desde la entrada de la iglesia.

En la tarde, Nuestra Bendita Madre, “hizo su camino” a través de la multitud en las calles de Varsovia, encontrando una ruta entre el túnel inundado, la estación del metro en construcción y el puente cerrado. Viajaba en compañía de los motociclistas de Katyn Rally; la policía que escoltada el Icono desde la capital, no puedo acompañarla.

Antes de la Catedral de san Florián en Praga, cuatro obispos de la diócesis de Varsovia-Praga estaban esperando el Icono de Nuestra Señora de Czestochowa: arzobispo Henry Hoser SAC, obispo Kazimierz Romaniuk, obispo emérito Stanislaus Kedziora y el obispo auxiliar Marek Solarczyk.

La eucaristía fue presidida por el obispo K. Romaniuk y la homilía la realizó el arzobispo H. Hoser. Él concluyó que el siglo XX es conocido como un tiempo de grandes matanzas cuando millones de personas fueron exterminados. Desafortunadamente, el siglo XXI se ha convertido en un tiempo de asesinatos a una escala mayor. Cada año, alrededor de 60 millones de niños son asesinados por sus propias madres en sus vientres (solo en Polonia, el porcentaje es de un niño asesinado por segundo). La cifra actual es de dos billones de vidas humanas. Nunca antes en la historia de la humanidad, se había dado un genocidio a esta escala. Ni siquiera es posible señalar la tumba de esas víctimas. Han muerte con un “grito silencioso” en sus labios. Hoy en día, la cultura de la muerte es una amenaza global para la humanidad. También enfatizó que el Acto de Perdón y de Reconciliación firmado con el Patriarca Cyril ha tenido un gran significado para ambas Iglesias. En este contexto, el hecho de que la peregrinación de Nuestra Bendita Madre “De Océano a Océano” sea un esfuerzo de ambas Iglesias, Católica y Ortodoxa, tiene una gran importancia en la historia. Después de todo, ambos pertenecemos a la Iglesia de Nuestro Señor, Jesucristo.

Al final de la celebración eucarística, el arzobispo H. Hoser renovó el Acto de Consagración a Nuestra Señora en la protección de la civilización de la vida y del amor. Una gran multitud llenó la catedral. Muchos se quedaron para venerar al Icono.

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