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En la hermosa iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Pabianice, un grupo grande de feligreses junto al obispo Adam Lepa, esperaban la llegada de Nuestra Señora en el Icono de Czestochowa. Luego de saludar a Nuestra Señora, la parroquia entera, acompañada del coro, cantaron el Akathist en honor a la Bendita Virgen María.

Cantar a todo pulmón en un grupo mientras otros rezan y dan honor a la Madre de Dios es una experiencia increíble y da una sensación de fuerza y de comunidad dentro de la iglesia. Así es como se ha vivido todo este tiempo durante la peregrinación.

El obispo Adam Lepa dirigió la atención en su homilía al evento sin precedentes que es esta peregrinación del Icono de Czestochowa “De Océano a Océano”. Reunirse con la Madre de Dios, viajando por el mundo `De Océano a Océano´ es una respuesta al llamado que nos hace la Iglesia en estos tiempos. En octubre, comenzaremos el Año de la Fe y el Sínodo de la Nueva Evangelización. El Santo Padre, Benedicto XVI, nos pide que seamos testigos de la fe y del amor. Su excelencia, obispo Lepa, también recordó dos grandes figuras, una es la sierva de Dios, Sranislawa Leszczynska  de Lodz, quien era una comadrona en el campo de concentración Nazi de Auschwitz y se enfrentó fuertemente al Dr. Mengele quien mataba bebes antes de que nazcan, así como a los recién nacidos.

Su excelencia también recordó que justo aquí, en Pabianice, vivió la familia Kolbe, siendo san Maximiliano el cuarto hijo. Aquí recibió la propuesta de Nuestra Señora de elegir una corona para él, una blanca o una roja. San Maximiliano eligió ambas coronas y luego se convirtió en sacerdote y monje, luchó por la libertad de prensa católica, y se convirtió en mártir en Auschwitz. Él dio su vida a cambio de la de un padre de familia. Este es un testimonio importante de fe y de amor. El mundo moderno necesita testigos como estos, especialmente porque cada vez más tenemos “anti –testigos”, impulsados principalmente por el dinero: se burlan de la religión, destruyen la santa Biblia en público y profanan los crucifijos. María es testigo perfecta de la fe y del amor. Como dijo el obispo, esta extraordinaria peregrinación es también la realización del último testamento del Santo Padre, beato Juan Pablo II, quien defendió la vida siempre y llamó a protegerla.

Las personas se despedían de Nuestra Señora con canciones y con mucha emoción. Justo cuando caía la noche, Nuestra Señora fue hermosamente iluminada para poder ser visible en el “Móvil Vida”. Las personas se reunían en las calles de los pueblos vecinos a lo largo de la ruta, se arrodillaban y hacían la señal de la cruz, y luego se despedían de Ella con la mano diciendo “adiós”.

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