En la mañana del jueves 6 de septiembre, Nuestra Bendita Madre en su peregrinación por Eslovaquia, visitó la hermosa iglesia-seminario de estilo gótico-barroco de San Antonio de Padua, en el centro de Košice, donde un grupo de sacerdotes eslovacos acababan de terminar su retiro.
El sacrificio de la santa misa fue celebrada por el arzobispo Bernard Bober, quien llamó a todos los sacerdotes y laicos a tomar responsabilidad por nuestra fe, y por la imagen de la Iglesia en el mundo moderno. Habló de las grandes tentaciones contra la fe, a las que todos nos enfrentamos. Recordó a los tres mártires de Košice del siglo XVII, que derramaron su sangre por la fe y por el gran amor a Cristo, Su Iglesia y la lealtad al Santo Padre. También ilustró con el ejemplo de los santos Cirilo y Metodio, quienes eran personas de gran fe, y que animaban a sus hijos e hijas espirituales a que siempre se mantengan puros de corazón y de consciencia. “El barco de la fe -que es el símbolo del Año de la Fe- solo se puede proteger en el puerto, de lo contrario corremos el riesgo de nuestra propia muerte. Stella Maris -nuestra Madre celestial nos mantendrá en el camino correcto, nuestra Iglesia no perderá la luz de Cristo y los pecados de este mundo nunca la eclipsarán”, resumió el arzobispo B. Bober.
En la tarde, Nuestra Señora visitó la Catedral de la Natividad de la Santísima Virgen María, perteneciente a la Iglesia Griega Católica en Eslovaquia. El Icono fue recibido por el arzobispo Milan Chautur, quien saludó calurosamente a los coordinadores de la peregrinación en su propia residencia. En la noche, el Icono visitó Prešov, que es la tercera ciudad más grande en Eslovaquia. Ahí, en la Catedral Griego Católica de San Juan Bautista, Nuestra Señora en el Icono de Czestochowa, fue recibida solemnemente. Cientos de personas se reunieron para la misa de la noche. El pastor de la catedral recordó la historia del Icono, el recorrido de la peregrinación “De Océano a Océano” y también solicitó rezar por el próximo país de visita, Hungría.
La misa fue celebrada por el arzobispo Ján Babiak SJ, metropolitano de Prešov. El obispo emérito, reverendo Ján Eugen Kočiš, junto a 20 sacerdotes concelebraron misa. Durante la homilía, el padre Ľubomír Petrík dijo: “la Santísima portadora de Dios es la segunda Eva, pero no solo es la Madre del Verbo, sino también es la Madre de la Vida, porque Ella ha dado a luz al Salvador. Adán y Eva guiaron a las personas a la muerte, porque creyeron las palabras del enemigo. La madre de Dios guía a las personas a la vida, porque Ella creyó las palabras de Dios, que se hizo carne en Ella. (…) Maria apunta a Su Hijo, la Palabra de Dios, quien tiene todo el poder. (…) las palabras de Jesús, que sus apóstoles creían, convertían el pan. Todos comieron y quedaron satisfechos. No nos dejemos engañar, a pesar de vivir en una atmósfera saturada de sentimientos contra la vida. Si ponemos nuestra confianza en las palabras de Dios, habrá suficiente pan para todos. No tengamos miedo de estar abiertos a la vida”. Al final de la celebración de la liturgia, el arzobispo Ján Babiak, a nombre de los presentes, renovó el Acto de Encomendación a la protección de la civilización de la vida y el amor a Nuestra Señora. Remarcó que “la palabra civilización es ya una palabra positiva, pero en el caso de la excesiva propaganda de la muerte, tenemos que hablar más bien en términos de una “plaga de muerte”, de la que somos testigos en el mundo actual. A pesar de eso, estamos llamados a proteger la vida. Es por eso que la Reina, a quien acudimos por protección, está aquí con nosotros, Ella no es solo la Reina de Polonia, sino también de todo el mundo”.
Luego de terminar la liturgia, el Icono fue transportado a la catedral Ortodoxa de Príncipe San Alexander Nevsky en Prešov, donde, después de cantar el himno “Reina Victoriosa”, dedicado al Icono de Czestochowa, la vigilia nocturna comenzó.