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“Estoy pasando la salida número 9, llego en 10 minutos”, dijo Bernardo en el teléfono. Hay tráfico en la carretera. Es jueves por la noche. Estamos esperando con el padre Tomasz en una estación de gasolina. Él tiene su Honda Rebel, y yo un carro; estamos tratando de ver en la oscuridad la forma característica del “Móvil de vida”.

Hasta el momento solo lo hemos visto en las fotos de los lugares en donde la Madre de Dios ha llegado en su recorrido “De Océano a Océano”. Hoy está cubierta con una caja de vidrio para protegerla contra el viento y la lluvia, hecha especialmente para Ella. El Icono de Czestochowa viene a Estrasburgo. Ella viene con alegría y ansiedad ya que en este poblado la fe de Europa se decide a menudo.

“¡Aquí esta! ¡Ella es!”. La voz de Fr. Tomasz interrumpe mis pensamientos. Vemos como la imagen de la Madonna Negra se acerca doblando la esquina. Todavía no la vemos del todo clara, en los países secularizados la Madre de Dios viaja de incógnito, sin llamar la atención.

Al frente de la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes podemos ver gran cantidad de personas. El parqueo de la iglesia está lleno y Bernardo con impotencia se acerca a la entrada principal, lo que causa de forma inmediata una obstrucción en la vía. A pesar de eso, nadie se queja, hay un silencio conmovedor. La Madonna Negra, cargada por cuatro hombres fuertes, desaparece en la entrada del santuario de Su Hijo mientras los fieles cantan. Después de la solemne bienvenida comienzan las oraciones dirigida por la Hermandad del Rosario Viviente. Se toma cerca de una hora. Absortos en las oraciones le damos gracias a la Santísima Virgen María que haya deseado visitar esta comunidad.

Antes de la Santa Misa, precedida por Fr Boguslaw, un puñado de personas nos acompañó. Algunos de ellos estuvieron ahí por primera vez. Tanto en las oraciones como en los dos sermones -uno realizado en francés por Fr. Tomasz y otro en polaco por Fr. Wojciech- se repitieron dos palabras importantes -vida y familia-. Se había preparado muchos cantos hermosos para la vigilia. Polacos y franceses tomaron turnos. No se notó el paso de las horas. Después de la primera parte de la vigilia muchas personas se retiraron. Las caras de aquellos que quedaban reflejaban emoción y seriedad. Algunos se quedaban inmóviles con la mirada perdida. Un poco de alegría trajo el sonido de la guitarra de Fr. Tomasz y su banda. Todos catamos “¡Qué grande es el Señor!” ¿Acaso es una ilusión escuchar los cánticos en francés junto con los nuestros en polaco? La media noche se aproxima.

Colocada a un lado de la capilla, la Madonna Negra luce incluso más majestuosa. Muchas personas ya se han ido. Los pocos que quedan alzan sus corazones en sinceras súplicas. De rodillas, arrimados a los vitrales de la capilla o sentados en las bancas, todos tratamos de aprovechar correctamente este tiempo. Todo está en manos de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento. De vez en cuando el silencio es interrumpido por los cantos de Fr. Wojciech y Fr. Wojciech Junior. Todos le seguimos de buena gana. En nuestras oraciones entre cánticos, le pedimos a la Madre de Dios por las almas de los niños que han sido asesinados por el aborto y por las víctimas de la eutanasia. Pedimos por los débiles y los que sufren. En algunos momentos nos refrescamos con una taza de café preparada en la sacristía. Sólo Fr. Wojciech permanece en su lugar durante toda la noche. Alrededor de las cuatro de la mañana las personas comienzan a llegar a la capilla. Muy pronto cantaremos las horas.

Es casi las 7h00, el padre Ryszard quien ha orado con nosotros casi toda la noche, me dice al oído que Bernardo ha despertado. La capilla está llena. Los sacerdotes están preparando el Icono para su próximo recorrido a Epinal, a 140 kilómetros de aquí. Preparamos el remolque e instalamos a la Santísima Virgen María de manera confortable. Un gran grupo de personas está a la entrada de la capilla cantando “Hasta luego Virgen María”. Después de un momento, la Santa Misa matutina comienza. La cara de Fr. Wojciech resplandece.

Rafał Skrzypczak