Nuestra Señora fue recibida en la iglesia de san Miguel en Annandale, Virginia, con una hermosa ceremonia realizada antes de la misa, liderada por la Guardia de Honor de los Caballeros de Colón. Cerca de 800 personas atendieron la misa del domingo. El padre Richard Carr ofreció la misa y predicó sobre cómo nosotros podemos aprender de la humildad de Nuestra Señora.
El orgullo lleva al hombre a construir una cultura lejos de Dios, que lo lleva a la cultura de la muerte. La santidad de la vida humana y la institución del matrimonio están bajo constante asalto.
El camino de la cultura de la vida es la humildad. Jesús dijo: “aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón”. La Bendita Virgen María es esclava humilde del Señor. Como `hodigitria´ Ella apunta el camino a Cristo. Ella nos llama a imitar su humildad y la humildad de su Divino Hijo, quien se humilló al tomar forma humana y morir en la cruz por nuestra salvación. La Peregrinación de Océano a Océano en defensa de la vida es un llamado a ser humildes y buscar la ayuda de la Madre Celestial para que aplaste el poder de Satanás, venza la cultura de la muerte y nos ayude a construir una cultura de vida centrada en Cristo. Ella nos recuerda que no podemos ganar la batalla contra la cultura de la muerte por nuestros propios esfuerzos.
El padre Jerry Pokorsky, párroco de la iglesia san Miguel, recibió gratamente al Icono Peregrino. Abrió las puertas de la iglesia principal para la adoración nocturna con el Santísimo Sacramento y el Icono. La iglesia san Miguel recibe una gran cantidad de fieles vietnamitas-americanos. El amor y la devoción a la Bendita Madre dieron muchos frutos. A muchos les encantó las estampitas y se llevaron algunas a sus familiares. Su genuina piedad recordó que el amor de Nuestra Señora de Czestochowa no se limita al pueblo polaco.
En la misa del medio día del domingo se expuso el Santísimo Sacramento. Mientras las personas recitaban el rosario, muchos se acercaban a venerar el Icono. La Guardia de Honor de los Caballeros de Colón cuidaba a Nuestra Señora. Las personas continuaron venerando al Icono en la parte de atrás de la iglesia, hasta que todos los que estaban ahí tuvieron la oportunidad de honrar a Nuestra Señora. Los que permanecían en la iglesia cantaron el Salve Regina mientras colocaban a Nuestra Señora en el vehículo que la llevaría hasta su siguiente destino.