Las autoridades de Vanier acomodaron la inusual solicitud de la visita del Icono y facilitaron los arreglos para la misa en la capilla. Se invitó a doce presas y también fueron convidados parte del personal. Unos 20 empleados fueron, en su mayoría personal médico.
Yo conocía a todas las internas que habían sido invitadas, y también sabía que al menos ocho de ellas habían abortado. La misa no fue anunciada con antelación y cuando se invitó a las mujeres, solo sabían que habían sido invitados a ir a la capilla para una misa. Se invitaron doce mujeres y diez de ellas aceptaron.
El padre West nos explicó sobre la historia del Icono y también dijo cómo la " Madonna Negra" se había convertido en un símbolo de esperanza para las mujeres que se habían realizado abortos. A través de la historia, ha habido intentos para destruir el icono -de ahí las cicatrices o rayas verticales en su cara- pero el Icono permanece intacto, aunque, evidentemente, con cicatrices.
El padre nos habló del amor infinito de Dios por cada persona desde el momento de la concepción, y del grave daño del aborto y de la necesidad de la misericordia y el perdón de Dios si se ha sido partícipe en un aborto. Él dijo la verdad con amor a las mujeres -madres- cuyos hijos habían sido asesinados en el vientre materno. Vi lágrimas en los ojos de las mujeres, pero yo sabía que eran lágrimas de sanación. Alguien estaba hablando sobre la verdad con amor y llegaba a sus corazones que necesitaban tan desesperadamente ser alcanzados con el mensaje de la misericordia de Dios.
Después de la Misa, nos invitaron a rezar el primer misterio gozoso y permanecer por un tiempo para venerar el Icono. Luego fuimos acompañadas de vuelta a los bloques de celdas, tangiblemente tocadas, renovadas por las gracias que habíamos recibido.
Esa noche, dos de las mujeres que habían venido a misa solicitaron ver un sacerdote para confesarse. Una de ellas me dijo que había pasado muchos años desde que había recibido el sacramento de la reconciliación, y que la invitación a la misa le había dado esperanza.
Al día siguiente, el capellán de la cárcel me dijo que varias de las empleadas permanecieron ante el Icono por un largo tiempo, tocadas por las manifestaciones de amor de Nuestra Señora, o quizás simplemente movidas por algo que no podían comprender o poner en palabras.
Una de los oficiales que nos habían escoltado me agradeció lo que había ocurrido el día anterior. (¡Gloria a Dios!)
Demos gracias a Dios por la misa, por la visita Icono, por el padre West y por todo lo que Dios está haciendo y dando dentro de esos muros de la prisión, tanto para las reclusas como para el personal.
"Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Juan 01:16).