Seguramente ningún otro lugar necesitaba tanto del Icono viajero como Galway… Solo unos días después del escándalo internacional causado por la trágica muerte de Savita Halappanavar, la agitada ciudad de Galway tenía como invitada providencial a Nuestra Señora de Czestochowa como Peregrina Pacífica en defensa de la vida humana.
Estando a pocos minutos del hospital en donde se habían realizado protestas diarias, el Icono estaba atrayendo gran cantidad de personas en un lugar tranquilo llamado Nun's Island (Isla de las Monjas), en el centro de la ciudad, para contemplar la belleza y sacralidad de la vida humana y rezar por la protección de los no nacidos.
El martes 20 de noviembre, después de dejar el Santuario de Knock, el Icono viajó hasta Galway y fue acogida en la Capilla del Convento de las Clarisas Pobres. El Icono llegó temprano. Estaba prevista su llegada para las 16h00, pero llegó una hora antes. Sin embargo, un grupo de feligreses estaba pacientemente esperando para ver y saludar a la Virgen Negra. El padre Martin Whelan (secretario diocesano de Galway y curador de la Catedral de Galway) recibió el Icono y ayudó a entrarlo a la capilla. Luego dirigió algunas oraciones y animó a los fieles a apoyar el importante trabajo que realiza la organización Family & Life (Familia y Vida). La coordinadora local de esta visita en Galway, Sra. Patricia Junold, junto a unos amigos, guiaron el Rosario e invitaron a la congregación a rezar el Acto de Encomienda a Nuestra Santa Madre usando los folletos “De Océano a Océano”. Luego de eso, otras oraciones se realizaron por la protección de los no nacidos, por las familias, por los enfermos y los que sufren, y por el reposo de los fieles difuntos.
Entre las 19h00 y las 20h00, se realizó una Hora Santa ante el Santísimo Sacramento, que incluyó el Santo Rosario y adoración en silencio. La congregación se unió a las Clarisas Pobres entonando himnos a María.
Después de la hora de adoración, Martin Drennan, obispo de Galway, celebró la Santa Misa. La capilla estaba llena al máximo de su capacidad.
En el sermón, el obispo comentó que la Virgen Negra es una fuente de fuerza y protección. También habló sobre el don de la fe. Explicó que la vida de fe tiene sus momentos altos y bajos, pero estamos llamados a madurar nuestra fe, precisamente en las dificultades y en los problemas. Recordó su visita a Auschwitz cuando observó rosarios hechos de pan de aquellos que habían sufrido en ese terrible lugar. También recordó a los presentes en Misa que la fe es la que nos sostiene y que no vivimos solo de pan. La fe en el Señor es fortaleza, nuestra fortaleza. Siempre hay un motivo para ser agradecido, siempre debe de haber esperanza en el futuro y TODA vida es preciosa.
Este tipo de mensaje era lo que las personas, en particular en Galway, necesitaban escuchar: un mensaje de esperanza, un mensaje positivo.
Esa noche, las Clarisas Pobres tuvieron una vigilia en su capilla adjunta (al otro lado de su capilla principal), y veneraron el Icono hasta la mañana.
Al día siguiente (el miércoles, el 21 de noviembre), en la festividad de la Presentación de la Virgen María, las puertas de la capilla de las Clarisas Pobres se volvieron a abrir y muchos llegaron para rezar ante la Virgen Negra. La Misa fue celebrada a las 8h00, y un flujo de gente entrada y salía hasta las 13h00. Católicos y Ortodoxos oraron juntos en silencio ante nuestra Bendita Madre; tanto jóvenes como adultos encomendaron a Ella sus peticiones.
Solo minutos antes de que el Icono saliera de la capilla, un sacerdote de edad mayor llegó donde las Clarisas Pobres y preguntó con lágrimas en los ojos si estaba a tiempo para verla… había viajado una gran distancia en carro para poder estar con Ella. Casi no podía caminar. Ayudado con sus muletas, se movía tan rápido como le era posible, entró en la capilla y fue directo al Icono. Dos personas le ayudaron a arrodillarse y no dejaba de mirar a los ojos de la Madonna. ¡Estaba tan feliz de haber tenido oportunidad de verla! ¡Había tanto amor en sus ojos! Estuvo en silencio orando por algunos minutos, tocó sutilmente con sus dedos la cara de la Madre y se persignó. Nuevamente necesitó ayuda para incorporarse y observó cómo se llevaban el Icono de la capilla. Al salir, no dejaba de dar gracias por no habernos llevado a Nuestra Señora de Czestochowa antes de que él la pudiera ver y de estar unos minutos preciosos con Ella… ¡Estaba tan feliz!